Esta casa es una ruina

Si descubres que la casa que te han vendido tiene vicios ocultos, actúa rápido.

Nuestros clientes, una pareja joven, compran la que va a ser su primera vivienda, una coqueta casa unifamiliar en un pequeño núcleo en las afueras de Gijón. Como casi todos nosotros, visitaron muchas casas, descartaron muchas de ellas y finalmente se decidieron por la que va a ser su hogar, construida poco tiempo antes por la persona que se la vende. Por un azar, al poco tiempo de comprarla, nuestros clientes descubren que la estructura de la casa es de madera y que por debajo de la fachada de piedra, hay mucha humedad y la madera está podrida.

Ellos no sabían que la casa estaba afectada por un problema de humedad, ni son capaces de valorar su origen, su alcance y trascendencia.

Estamos ante un caso de “vicios ocultos”  esto es,  defectos en la cosa que es objeto del contrato de compraventa que son anteriores a ésta;  que son ocultos porque no han podido trascender y ser conocidos o percibidos por el comprador y, además, que se trate de un vicio o imperfección grave o de cierta importancia, de manera que haga la cosa vendida inapropiada para el uso que le es propio o que disminuya la utilidad establecida en el contrato como causa de su celebración.

Bien ¿y qué hacemos si hemos comprado la casa, otorgado la escritura, pagado gastos e impuestos…? Incluso, como la mayoría de la gente, hemos tenido que pedir una hipoteca que nos vincula por muchos años con la casa y con el banco

¿Resignarnos? No, nunca. Tomar decisiones acertadas y rápido, porque el tiempo discurre en contra nuestra.

Eso hicieron nuestros clientes. Y acaban de recibir su sentencia: se resuelve el contrato de compraventa (la casa vuelve a quien nos la vendió) e impone al vendedor la obligación de devolver a nuestros clientes el precio que pagaron por la casa y todos los gastos e impuestos derivados de ese contrato (notaría, registro, impuestos…).

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