Normalmente hablamos de casos en los que una persona siente que ya no puede continuar desempeñando su profesión debido a sus problemas de salud. Pero, ¿qué pasa cuando las circunstancias son externas? ¿Tenemos derecho a una incapacidad? Os traemos el caso de Cris. Ella es una enfermera de 43 años. Tras una negligencia médica, le han concedido una incapacidad por mala praxis.
Incapacidad por mala praxis
Hace tres años que sufrió un accidente mientras trabajaba. Según cuenta, ha sido sometida a tres operaciones y varios despropósitos. Todo ello le ha generado secuelas físicas y psíquicas, ya que no le permite realizar ningún tipo de trabajo. En septiembre llegó la primera sentencia. Era favorable, le habían otorgado una incapacidad absoluta. Hasta el momento, tenía una IPT, que la incapacitaba para trabajar de enfermera. Ahora, su incapacidad la exenta de cualquier tipo de trabajo. Además, la base debe ser del 100% y no del 55% que le daba la seguridad social. Sin embargo, tanto la Mutua que llevó su caso como el INSS han recurrido la sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Y eso, a pesar de que la Seguridad Social abrió una investigación a la mutua en cuanto la paciente denunció su situación, ya que afirmaban que debía seguir trabajando a pesar de la gravedad de sus lesiones.